El arte de hacer perfumes, una herencia egipcia

“Cuando prosperes y fundes tu familia, ama mucho a tu esposa, aliméntala, vístela, úntale el cuerpo con ungüentos”, así reza la recomendación de un padre a sus hijos, plasmada en una colección de proverbios morales de alrededor de 2400 a. C. Los perfumes en el Antiguo Egipto fueron producto de la quema de esencias aromáticas junto con aceites esenciales, su textura era espesa y su aroma duradero. Además, era un fuerte indicador de estatus político, pues quien lo usaba denotaba riqueza, buen cuidado estético e higiene, por eso las familias procuraban darse este lujo. Asimismo, era usado con fines rituales: se decía que los sacerdotes tenían su propio laboratorio donde hacían perfumes para purificar a las personas durante la liturgia; incluso, en los funerales, las momias eran ungidas con diferentes aromas “divinos” y sepultadas con cientos de frascos para conservar el alma y el cuerpo. Tal era la importancia del olfato que el perfume contaba con su propia divinidad: Nefertum. En conclusión, la vida en Egipto giró en torno al valor ritual que se le otorgaba a diferentes elementos relevantes en el aspecto de su población, tal era el caso del perfume.